Slenderman

Cinco amigos, Ana, Bruno, Carlos, Daniela y Elena, decidieron ir a acampar al bosque, cerca de una vieja mansión abandonada. Habían oído rumores de que allí vivía un monstruo llamado Slenderman, pero no les creían. Pensaban que era solo una leyenda urbana, inventada por los adultos para asustarlos.

Llegaron al lugar al atardecer y montaron su tienda de campaña. Encendieron una fogata y se pusieron a contar historias de miedo. Ana sacó una cámara de fotos y dijo que quería explorar la mansión. Los demás la siguieron, excepto Elena, que se quedó cuidando la tienda.
Entraron en la mansión y se encontraron con un escenario de horror. Había sangre en las paredes, muebles rotos, y dibujos extraños de un hombre sin rostro. Ana empezó a tomar fotos, mientras los demás la seguían con nerviosismo. De repente, oyeron un ruido detrás de una puerta. Bruno se acercó y la abrió. Se quedó paralizado al ver lo que había dentro.

Era Elena, colgada de un gancho, con los ojos vacíos y la boca abierta. Al lado de ella, había una nota que decía: "No mires, o te llevará". Los demás gritaron y salieron corriendo de la habitación. Pero cuando llegaron al pasillo, se dieron cuenta de que estaban perdidos. Las puertas y las ventanas habían desaparecido. Solo había oscuridad y silencio.

Entonces, lo vieron. Era Slenderman, alto y delgado, con un traje negro y una corbata roja. No tenía rostro, solo un vacío blanco. Los miraba fijamente, con sus tentáculos alargados. Los niños sintieron un terror indescriptible y trataron de escapar. Pero era inútil. Slenderman los atrapó uno por uno, y los arrastró a su guarida.

Nadie volvió a saber de ellos. Solo quedaron las fotos que Ana había tomado, que mostraban la figura de Slenderman detrás de ellos, cada vez más cerca.

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